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La pandemia de COVID-19 ha sido un catalizador para cambios significativos en el ámbito de la educación superior a nivel mundial. En México, estas transformaciones han impulsado una reevaluación crítica de cómo se aborda la internacionalización de la educación superior. Tradicionalmente, este proceso implicaba una fuerte dependencia de la movilidad estudiantil y académica; sin embargo, las restricciones globales han puesto de manifiesto la necesidad de estrategias más flexibles y resilientes.

En respuesta, las universidades mexicanas están adoptando enfoques innovadores para asegurar la continuidad y el desarrollo de su oferta académica internacional. Esto incluye la expansión de programas en línea que permiten la colaboración internacional sin la necesidad de viajar. Además, se están reforzando las alianzas con instituciones extranjeras para facilitar intercambios virtuales y proyectos de investigación conjunta, lo cual permite a estudiantes y profesores participar en redes globales de conocimiento sin salir de sus hogares.

Estos esfuerzos no solo buscan adaptar la educación superior al nuevo contexto global, sino también mejorar la calidad y la inclusividad del aprendizaje. La internacionalización en casa se ha convertido en una prioridad, con universidades invirtiendo en tecnología educativa y capacitación docente para mejorar la entrega de contenido y la interacción académica en entornos virtuales.

El desafío ahora es asegurar que estas iniciativas no solo sean respuestas temporales a la pandemia, sino que se integren permanentemente en las estructuras educativas para fortalecer la resiliencia y la adaptabilidad futura. Esto requiere un compromiso continuo con la calidad y la innovación, así como políticas que apoyen la internacionalización diversificada y accesible para todos los estudiantes.

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